viernes, 20 de mayo de 2011

Hume y los indignados

Hay cosas que se deben hacer sin pensar y otras que si se piensan no se hacen. Siempre he defendido la simplicidad de la idea ante la ofuscación de las palabras. A veces lo carente de reflexión, lo que nos aparece como verdad intuitiva, es lo adecuado.
A raíz del movimiento conocido como “Democracia Real Ya” los artículos de opinión inundan la prensa, anegan los blog, saturan las ondas y llenan de palabras nuestro pensamiento.
He leído artículos muy buenos defendiendo este movimiento, y otros igual de buenos que hacen una crítica furibunda. Argumentos de lo más variopinto han llegado a mí con la intención de que me afilie a su bando. Si bien he de decir que no lo han conseguido. Y voy a explicar por qué: creo, como me dijo un buen amigo el otro día, que estar a favor o en contra de este movimiento no es una cuestión de razón, sino de emoción. Él me habló del emotivismo humeano. La teoría ética que afirma que el fundamento de la experiencia moral no lo encontramos en la razón sino en el sentimiento que las acciones despiertan en nosotros. Estoy de acuerdo. Es mi estado de ánimo el que me lleva a simpatizar con esta pequeña rebelión cívica. Mi razón está contaminada por la excesiva información.
El pueblo está cansado de la falsedad con la que se reviste nuestro Estado de Derecho. Siendo esencialista con él no lo concibo sin una clara separación de poderes, sin unas listas abiertas  (las cerradas atentan, por definición, contra cualquier democracia) y sin un sistema electoral que no aplique la ley D´hont. Son requisitos imprescindibles de cualquier democracia que se precie.
No creo en el futuro del movimiento. Los humanos todo lo emponzoñamos. Sí creo en su honesto y digno nacimiento. Nace del cansancio del pueblo, de su legítima necesidad de reivindicar lo que considera justo. Las urnas de nuestra democracia están trucadas. Tienen un doble fondo que no permite que lleguen todos los votos. Son mágicas. Entra un voto y sale un desencanto. La rebelión cívica nace de ese mago llamado político. Coge nuestro voto y lo hace desaparecer en una suerte de vacua palabrería. Y España está cansada…muy cansada.
Como he dicho antes, no creo en el futuro del movimiento. Ya hay demasiadas voces intentando apoderarse de él. Sí creo en lo que  ha ocurrido hasta ahora. Ha sido algo espontáneo y limpio. No ha salido de la razón, ni de la ideología. Sí de las emociones. Y las emociones siempre son puras y sinceras. Es la esencia del ser humano la que se muestra en ellas.
No  busquen argumentos a favor o en contra. Sientan y…nos vemos en la calle. Aunque sólo sea por un día…sientan.
Adenda: por favor, respeten la jornada de reflexión. La fuerza del pueblo está en el respeto… ¡No la perdamos!

2 comentarios:

  1. Echo en falta un paso más en el análisis humeano de lo que está ocurriendo. Si fuera la expresión de las emociones particulares de cada individuo, sería difícil de explicar por qué arrastra en un momento a tanta gente. Parece más razonable inferir que expresa algún tipo de emoción presente en la naturaleza de muchos de ellos. ¿Por qué ha coincidido? Parece no menos razonable pensar que comparten un análisis racional muy similar de las circunstancias. Si sumamos las mismas emociones (la benevolencia respecto a uno mismo y los demás) y una racionalidad compartida... nos sale un movimiento social.

    ResponderEliminar
  2. Sí, Ramón. El paso más lo puede explicar el concepto de "simpatía" en Hume. La capacidad que tiene el ser humano de ponerse en lugar del otro, necesaria y util para la vida en sociedad, es lo que nos lleva a hacer de las causas de los demás nuestras causas. La simpatia en Hume se nos muestra como la antítesis del "conatus" en Spinoza.
    Gracias por comentar.

    ResponderEliminar