martes, 17 de mayo de 2011

La realidad y Tchaikovsky

Esta semana la realidad me está cercando peligrosamente. Mi habitual ensimismamiento está siendo atacado con virulencia por la campaña política. La televisión, la radio, los vecinos, la prensa…todos se han confabulado para impedir que pueda seguir habitando en mi particular mundo inteligible.
Por avatares del destino, en una de esas huidas de la realidad, me he acercado a Tchaikovsky. Concretamente a su Concierto para piano nº 1.  Creo que esta obra, aparte de ser magnífica, sirve de adecuada metáfora para explicar estos últimos días.
En la obra, el piano lucha con una imponente fuerza y radicalidad por imponerse a la melodía, que cual música de fondo nos lleva a mágicas y nostálgicas ensoñaciones. El piano es la realidad: dura, repetitiva, radical; mientras la melodía es sueño, belleza, encanto.
La obra es bella y contradictoria. Como lo es el sueño y la realidad. Como lo es la obra y el autor. En el Concierto para piano es Tchaikovsky, con forma de piano, el que no deja que la obra, con forma de melodía, triunfe. No admite el compositor que su música sea superior a él. Aunque siempre lo es. La obra siempre vence al creador.
Nuestra realidad es igual. La melodía de nuestra vida siempre debe ser superior al estridente sonido de la realidad. Nuestro mundo interior  es muy poderoso. Sus armas son la belleza, la ilusión, el recuerdo y la creación; mientras que la realidad exterior solo tiene un arma: lo efímero. La batalla está ganada.
Es verdad que nuestro mundo se llena de realidades y a ellas nos debemos remitir para configurarlo; pero también lo es que hay ocasiones en las que no debemos dejar que la realidad nos penetre; que nos circunde sí, pero nada más. Esta es una de esas semanas en las que nuestro mundo interior es el importante. La mentira, el insulto y la falacia llaman a nuestra puerta con cierto encono. No las dejemos entrar. El salón de nuestro interior está casi lleno. Esta semana sólo puede admitir un nuevo huesped. 
Un exhorto: que ese visitante sea  el Concierto para piano nº1 en Si bemol menor. Merecerá la pena.

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