viernes, 17 de junio de 2011

Paideia, paideia, paideia

Se viven tiempos convulsos. Movimientos paralelos a la política oficial luchan por ocupar su espacio en la plaza pública. Se ha pasado de la palabra a la acción. Ya no vale el debate vano y enconado entre contertulios varios y dispares. La palabra, siempre intangible y casi siempre vacua, ha sido sustituida por la firmeza y la rotundidad de la presencia física.
He hecho que mi pensamiento se pronunciara en dos ocasiones sobre el movimiento conocido como “Democracia Real Ya”. Apelando al castizo refranero español, debe haber una tercera.
Reconozco que mis ideas sobre la cuestión han zigzagueado como un barco en alta mar. Ahora ya no. Mi pensamiento ha tocado tierra firme, y desde la serenidad que me provoca la firmeza de ese suelo compuesto por distancia y lejanía percibo la verdadera realidad de tal movimiento.
Sería muy fácil, después de ver los últimos acontecimientos, atacar dicho movimiento y cebarme con él. Sería fácil y erróneo. Hay que estudiarlo desde su nacimiento, no desde las consecuencias que su propia idiosincrasia están produciendo.
El estado actual del pueblo es el de indignación y ese estado vital es importante para alguien que quiere reaccionar. Sólo desde lo profundo de nuestros sentimientos, la indignación, podemos emerger con la fuerza necesaria para intentar cambiar nuestro destino, ya sea individual o colectivo. Hasta ahí estoy de acuerdo. Ya dije que el emotivismo me hacía ser simpatizante de este movimiento. Pero esa es la simiente de nuestra tierra. No la raíces. Y son éstas las que nos van a decir si nuestro huerto será abundante en frutos o devendrá tierra baldía.
Las raíces son la gente y he aquí que empiezo a sospechar el erial en el que se va a convertir el terreno. Ya Ortega y Gasset anunciaba, con gran desesperación, la aparición del hombre-masa en 1930. Y lo que anunciaba, con mucha precisión y fineza D.José, casi un siglo después no ha hecho más que florecer con inusitada e insultante frecuencia. El hombre actual, alejado de las fuentes de ambrosía de la cultura, es sospechoso de todo. Matizaré de dónde proceden mi acusación y mis sospechas.
La separación entre ciencia y cultura, la especialización del saber, la anulación o infravaloración de los valores clásicos (respeto, bondad, educación), las nuevas formas de socialización (Internet), la preponderancia de los medios de comunicación como fuentes de opinión (sociedad de la manipulación en muchas ocasiones), el poco valor que otorga la sociedad a la Educación, la…, dibujan la aparición de un ciudadano que es sospechoso de no poder dar las respuestas adecuadas, más que adecuadas, valiosas,  a lo que el tema de nuestro tiempo requiere. El hombre-masa que decía Ortega en la modernidad ha pasado ahora, en esta nueva suerte de tiempo inclasificable, algunos dicen postmodernidad, a ser otra cosa. Algo más descafeinado y, a la vez, más rotundo. Su discurso es más ligero y básico y, sin embargo, más radical y exigente. El hombre actual exige. Tiene muchos derechos y pocos deberes. Pide, pero no da. Habla, pero no escucha. Recoge, pero no siembra. Y creo que ese no es el camino por el que debe transitar.
Creo en el hombre individual. No creo en los hombres. Sólo una completa regeneración de la sociedad, llevaría mi pesimista pensamiento en otra dirección. Y esa regeneración sólo puede venir desde un lugar casi ignoto: el hábitat de la Educación.
Sólo la Educación puede regenerar España. Pero eso no le importa a casi nadie. Ni el gobierno habla de ella, ni los indignados tampoco, ni los trabajadores, ni los estudiantes, ni…Y les puedo asegurar, soy profesor, que la educación en España es… pésima.
Creo en la indignación como valor para el cambio. Creo en el individuo, no creo en la gente, no creo en la masa y no creo en el movimiento. Sí creo en la Educación y en el hombre que acude a ella para posicionarse con cierta dignidad en el mundo.
Mientras que la tierra de cultivo en la que se asienta España no tenga las raíces que generan una adecuada y valiosa Paideia, mantendré la opinión de que no espero nada de la masa. Bueno, sí. Nada bueno.

3 comentarios:

  1. muchas y muchos no paramos de hablar de ella... #educación #educación y más #educación
    saludos y salud

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  2. Sobre Ortega y Gasset se ha escrito mucho y sus palabras, unos y otros, las interpretan para legitimizar sus posturas e intereses. Según mi punto de vista, cuando D.Jose habla del hombre masa se refiere a aquel que no tiene una postura crítica frente al convecionalismo que le rodea, aquel que se deja llevar como autómata por lo establecido, aquel que no tiene una visión histórisa del preoceso humano y cree que lo que tiene no viene de la lucha de las generaciones precedentes, en fin, todo lo contrario de lo que la generación que pone en marcha el 15M. Ellos han despertado y están haciendo despertar a los dormidos, a los ignorantes, a los escépticos, a los conformistas e incluso a los cínicos. Han decidido hacerse cargo de su vida y de su destino saliendo de la mediocridad del hombre masa que Ortega criticaba. No hay que confundir las manifestaciones masivas de gente concienciada con la masa amorfa de consumidores y apáticos individualistas que solo se mueven por ellos mismos y su familia. Yo también creo en el individuo pero también en la solidaridad y generosidad humana que surge de la unión de todos aquellos que luchan por un mundo mejor. Detrás del pesimismo está el cinismo de aquellos que no están dispuestos a mover un solo dedo por los demás.

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  3. Eraser, gracias por comentar. Saludos y salud.
    Ismael, es verdad que la hermeútica permite muchas caprichosas interpretaciones. También es verdad que en el propio Ortega hay un evolucionismo en los conceptos que hace difícil un posicionamiento firme y contundente. También es correcta, desde mi punto de vista, la interpretación que tú haces sobre lo que Ortega afirmaba del hombre-masa. Pero creo que también es verdad que a tú análisis le falta un arista que hace que tu lectura del hombre-masa no sea del todo completa. Según Ortega, el hombre-masa es también el que ha preferido vivir sin tener la ayuda o el soporte de la cultura, el que sale a la calle un día de lluvia sin el paraguas que le puede prestar el conocimiento. Es el hombre del saber especializado, científico, que no le preocupa tener los instrumentos adecuados para comprender a la sociedad en su totalidad. Ortega utiliza la siguiente expresión para englobar la anterior idea: "la vida sin cultura es barbarie, pero la cultura sin vida es bizantinismo". Y esa es la masa que ya criticaba Ortega y que ha proliferado aún más en nuestro tiempo.
    Creo que el movimiento en su génesis es bonito y necesario. Pero también creo que es algo que lleva su muerte adosada a su propio nacimiento.
    Se ha protestado, se ha manifestado la opinión del pueblo. Sí. Perfecto. Pero ahora ya es el momento de dejar que las instituciones democráticas cumplan, con las mejoras que se deban hacer, con las funciones para las que han sido diseñadas.
    No hay que olvidar que en las últimas elecciones el pueblo habló. El cambio de gobierno ya se ha producido. La indignación del pueblo ha sido escuchada.
    Un saludo.

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