jueves, 9 de junio de 2011

El último encuentro

El último encuentro.  “Úl-ti-mo”. La sílaba “Ul lleva nuestra lengua, con un fuerte impulso, hacia arriba, a una violenta visita al paladar. Como si la memoria, de manera arrebatada y furiosa, nos llevara al pasado. “Ti” es la sílaba que quiere escapar, que lucha con pudor por salir fuera, es casi exterioridad, el presente nos requiere. “Mo” es ya el futuro. Hemos expulsado de nosotros la palabra y ya no nos pertenece. En esa palabra está toda nuestra existencia. Presente, pasado y futuro que narran lo que hemos sido y lo que somos, y anuncia lo que seremos, que en algunos casos, como en el del protagonista de la novela que da título a esta entrada,  es sólo fugacidad y recuerdo.
El último encuentro es un título magnífico, desgarrador incluso, de una novela que se nos presenta como uno de los mejores homenajes que la sensibilidad  ha hecho a la literatura.
Como todas las grandes obras que han sido cinceladas por las delicadas manos de un autor, le cuesta coger forma. Unas primeras páginas buenas, pero no sublimes, nos introducen en la sala de estar de la maravillosa casa que hemos de visitar. La casa en la que el tiempo se detiene y la palabra, con una lenta y delicada cadencia, nos hace las veces de encantador cicerone. Un lugar en el que la palabra se alía con la belleza y con la justeza. Nada sobra ni nada falta. Cada coma, cada punto, cada palabra y cada silencio están en el lugar en el que deben de estar.
La novela no habla de la verdad, tampoco de los hechos, ni de la realidad. La novela habla de una cosa mucho más importante: de la amistad. Lo curioso es que de la amistad no se puede hablar…todo lo que se diga sobre ella es mentira. La amistad es, sobre todo, silencio. Y he aquí la magia de Márai. Ha sabido crear palabra de cada silencio del que está compuesto la amistad.
En una entrada anterior ( http://arielelea.blogspot.com/2011/04/la-impaciencia-del-corazon.html) recomendaba La impaciencia del corazón de Stefan Zweig. En los comentarios de esa entrada le decía a un amigo que pronto le hablaría sobre otra gran novela. Pues, estimado Juan Antonio, aquí está. Si La impaciencia del corazón nos mostraba, cual mundo inteligible, lo que era la compasión, El último encuentro va a hacer lo mismo con la amistad.
El último encuentro sugiere lejanía, ausencia y dolor. El último encuentro como libro sugiere…no sugiere, es... puro deleite.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Ariel, por recomendarme el libro de Márai. Espero disfrutar tanto con el como lo hice con tu anterior recomendación: “La impaciencia del corazón”, de Zweig. Un abrazo de

    Juan Antonio

    P.D. Espero que salga el comentario. Como siempre, no estoy muy seguro de hacerlo bien.

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  2. Estimado Juan Antonio. El comentario, como botella en alta mar, ha llegado a puerto.
    Lo que expones en tu última entrada (la relación con Internet) es que algo que yo llevo meditanto cierto tiempo. No sé si también tomaré la misma decisión que tú.
    Es una lastima que la "red" pierda una prosa como la tuya, pero sé que lo que pierda la red, lo ganará tu salud, tu tranquilidad y tus libros.
    Un fuerte abrazo y mis mejores deseos.

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