miércoles, 23 de noviembre de 2011

La amistad tiende hacia la amistad

En la Naturaleza todo tiende hacia un fin. Esta es una afirmación, pronunciada por Aristóteles, con ciertas ínfulas metafísicas y, curiosamente, realidad empírica.
Con el paso del incansable tiempo he podido constatar que el estagirita se codeaba con la verdad y mantenía una buena relación con esta. No siempre en armonía, pero sí en agradable cercanía.
La hiedra se agarra a la piedra. Los enamorados solapan sus corazones para convertirse en uno. La sed busca el agua. El frío añora el calor. La amistad busca al amigo…
Hay personas con las que conversas una vez y ya, desde ese mágico momento, sabes que podrán ser tus amigos. Que las palabras fluirán entre vosotros como lo hace el agua en el manso río. Sus miradas acompasan las tuyas, sus silencios respetan tus palabras, su gesto cordial anima a que tu locuacidad reprimida salga a pasear. Son amigos. Tu naturaleza tiende hacia ellos con irreprimible y agradable violencia.
También está el otro tipo de personas. Las que entran en tu universo pero nunca se instalan en él. Consigues hablar de <<temas varios>>, pero nunca sales de la estrecha casa en la que se aleja el <<tema vario>>>. Si has hablado con ella tres veces sobre el tiempo, el colegio y el fútbol y la relación ha sido, mas o menos, fluida, volverás a esos mismos asuntos con la misma celeridad con la que se busca el paraguas en días de copiosa lluvia. Esos <<temas varios>>, que en cada persona son diferentes, nos permiten solventar la situación. Son relaciones <<contra natura>>. El otro no tiende hacia ti, como tú tampoco lo haces hacia él. Hay una espesa barrera en el aire infranqueable para ambos. Es intangible, invisible, pero ahí está. Los lugares comunes os sirven para instalaros en un terreno neutral en el que estar cómodos…pero nunca plenos. La plenitud se alcanza cuando dos corazones criados en la misma sensibilidad se encuentran. Ahí surge el milagro…ese milagro que llamamos amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario