jueves, 10 de marzo de 2011

Lo que el tiempo se llevó

Ayer recibí la llamada de un amigo. Este amigo mío es de ideas brillantes y frases con ornato, pero se apiadó de mis no siempre instruidos oídos y me lanzó la manida y clara expresión “hay que ver con qué rapidez se me está pasando el curso, y el año”. Apeló a la famosa claridad que demandaba Ortega para lanzar su idea, desnuda de cualquier adorno, al cuadrilátero de la reflexión.
El tiempo es un concepto muy difícil de asir, casi imposible de definir y más complicado aún de entender. Es un concepto vacuo, no contiene nada, excepto su propia indefinición. Es una presencia y una ausencia. Incluso se podría decir que es un absurdo lógico. Afirma y niega una cosa al mismo tiempo. Está y desaparece. Se presenta y se va. Es eterno y efímero. ¡Curiosa cosa es esta llamada tiempo!
Él se despidió, pero la pregunta permaneció conmigo, inquiriéndome. Las siguientes palabras mudas son las que yo le contesté:
Tenemos la sensación de que el año ha pasado rápido cuando no ha sucedido nada importante. Cuando los días son pesados, aburridos e intrascendentes tienen una duración excesiva. Sin embargo, en nuestro recuerdo no tienen presencia, no dejan la mínima mácula. Han pasado, pero no se han mostrado. Son una realidad que carece de verdad. Por eso, y aunque parezca contradictorio, los días largos, pesados y aburridos son los que, transcurrido el tiempo, nos dejan la sensación de que el año ha pasado rápidamente. No hay nada en el recuerdo que los haga presentes, que los detenga, que les confiera realidad.
Cuando los días son intensos son efímeros, excesivamente cortos. Pero en el recuerdo dejan su poso, nos acompañan eternamente. Han dejado su presencia en imágenes, realidades y sensaciones. Toman la forma de recuerdos y se convierten en inseparables compañeros de viaje. Recordamos ese año, no con la sensación de huidiza y frustrante lejanía. Sino con la de huidiza y agradable cercanía. El año nos pertenece y sus recuerdos también.
Aunque, lamentablemente, en los dos casos, el tiempo es huidizo. Porque así es la vida, así es la felicidad y así es… todo lo que merece la pena.

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