sábado, 18 de diciembre de 2010

¿ARTE?

Cada época tiene unos parámetros desde los que exige a la realidad que se adecue a sus exigencias. O viceversa.
En el siglo pasado, sobre todo a partir de los años 50, cada década tenía sus propios códigos de lectura y hermenéutica. Los sujetos sabían lo que pedían, lo que querían y cuáles eran sus metas.
Los claros paradigmas que marcaban cada época han ido perdiendo claridad con la misma celeridad que el siglo cumplía años. Hasta llegar a la disolución que la postmodernidad nos ha legado. Ya nada está claro. Todo aparece encubierto por la amplia capa del relativismo. Tan buena es una cosa como su contraria.
El lenguaje ha ampliado su base conceptual para permitir que bajo su paraguas se cobijen los más disparatados constructos lingüísticos. La ambigüedad de éste, tan bien explotada por la época actual, experta en disolver verdades con las que el hombre había caminado durante muchos años, nos muestra un mundo de no-certezas. El arte y sus teóricos lo han sabido explotar amparándose en las inexactitudes del lenguaje. Lo que afirmaba Platón en La Carta VII de la imposibilidad del lenguaje de apresar la realidad. Los artistas y sus pseudos han sabido extraer todas las posibilidades que lo anterior les ofrecía, y han anquilosado su discurso, aunque intenten mostrar lo contrario, bajo el lema de “todo es arte”. La frase, epistemológicamente, ha devenido en verdad absoluta. Es irrebatible. Ya digo, aunque los teóricos se empeñen en decir que el debate está más abierto que nunca. Me recuerda a la figura del boomerang. La idea se lanza al ágora, se debate, se juega con ella, pero al final siempre vuelve al lugar de partida. Sin recibir el más mínimo rasguño.  
Bajo el auspicio de su irrebatible discurso asistimos a auténticos disparates. Un punto, una firma, una raya impresa en un tapiz, se convierten en la piedra filosofal que buscaban los alquimistas: el fino trazo se ha convertido en oro.
La relatividad de nuestros tiempos, amparada en la imposibilidad del lenguaje para fijar con precisión la realidad, nos lleva a las más disparatadas acciones u omisiones.  Y ante la banal, por usada, e irresuelta pregunta, ¿qué es arte?, sólo les puedo decir que no tengo respuesta. Pero no todo vale, aunque el lenguaje no me permita demostrarlo.  

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