miércoles, 29 de diciembre de 2010

HERÁCLITO VERSUS PARMÉNIDES

Para Heráclito todo fluye. La vida está en continuo devenir. Para Parménides todo es quietud. Nada cambia, todo permanece. Para mí, la vida es un mentiroso devenir que fluye para que nada cambie. Es una continua carrera, un continuo fluir de anhelos, intereses, sueños, mentiras y verdades, hacia la nada. Y he ahí donde reside la paradoja: corremos para llegar a no movernos. Ahora sí, he de decir que es una bonita, aunque no cadenciosa carrera. Innumerables obstáculos la jalonan.
Un nuevo año anuncia su esperanzadora llegada. Las promesas, las dichas que augura el falso futuro, las mentiras con las que nos envenena el terco presente, harán que sigamos con nuestro temporal movimiento. Quizá este año sea armonioso, incluso por momentos bonito. Pero la siniestra sombra de la quietud parmenídea siempre estará ahí para que no olvidemos que simplemente estamos bailando una danza finita. Y que llegará el momento, esperemos que tarde, en el que nuestro cuerpo necesite un descanso, y debamos dejar la pista de baile a otros heracliteanos. Nosotros ya nos habremos hecho del equipo de Parménides.
Es la dual vida: amor-odio, alegría-tristeza, amigo-enemigo, bien-mal, movimiento-quietud, vida-muerte, verdad-mentira. La vida es un binomio que hay que resolver. Y yo, como estamos en Navidad y se acerca presto y rápido, como siempre lo hace, un nuevo año, les voy a dar la solución: olvídense de Parménides. Y vivan el verdadero fluir heracliteano, aunque sea mentira.
Feliz año nuevo. 

3 comentarios:

  1. "...La dicotómica ontología heredada del presocrático debate entre Heráclito y Parménides rige aún nuestros criterios epistemológicos a la hora de entender al hombre y su mundo. A un lado, el río que “fluye” sin que podamos bañarnos en él dos veces, se hace presente en la posmodernidad líquida de Zygmunt Bauman. Al otro lado, la sólida roca del ser que simplemente “es”, permanece entre nosotros en el positivismo y el monolítico realismo filosófico...

    "...En medio de ambos se encuentra la experiencia histórica (holística e individual) de la simultaneidad del cambio y la permanencia, es decir la plasticidad. Algo fluye y algo queda. Permanencia y cambio se hacen presentes a través del co-condicionamiento entre símbolos y materialidad y a causa de la “dependencia en el rumbo” generada por los sistemas con memoria. Las cartas del juego de la historia social están marcadas pero por el propio hombre. En el juego de la historia social, la racionalidad individual se crea y recrea sobre la base de los juicios arbitrarios que el hombre pronuncia sobre sí, los otros, la trascendencia, el tiempo y el espacio..."

    Juan Recce, Poder Plástico. El hombre simbólico materialista y la política internacional, IPN Editores, Buenos Aires, 2010, p. 23 ss.

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  2. La dicotomía es consustancial al ser humano. Caminamos de la mano del contraste. Banalizando la cuestión voy a utilizar una analogía bastante prosaica: es como la persona que entra en casa y recibe una sacudida del frío aire condicionado. Si en la calle hace calor esa sensación será agradable. El contraste, la dualidad, es lo que nos hace valorar unas determinadas cosas y no otras.
    La historia del ser humano, desde que nace hasta que muere es alteridad-permanencia-alteridad. Nacemos de la nada, permanecemos y volvemos a la nada:nada-es-nada.
    Y en cuanto a que las cartas cde juego de la historia están marcadas por el propio hombre, estoy totalmente de acuerdo. Somos nosotros, desde nuestra subjetividad, consciente o inconsciente, los que marcamos y creamos las reglas del juego. Nosotros contaminamos la realidad y ésta no contamina a nosotros. Nunca puede existir la objetividad a la hora de valorar o percibir el mundo, porque somos nosotros los que no acercamos a este mundo y habitamos en él, con y desde un posicionamiento previo.
    Gracias por comentar.

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  3. Perdón. Quería decir aire acondicionado.

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