domingo, 26 de diciembre de 2010

BUENAS PERSONAS

Es el momento del cierre. El año con todas sus promesas incumplidas se acaba. Cosas que me hayan llamado la atención: muchas. Aunque hay dos que destacan y pujan por aflorar al negro sobre blanco: la muerte y la bondad. Sobre la muerte correremos un tupido velo. No es el momento. Siempre augura, con su inflexible presencia, malos presagios. De la bondad sí que me voy a ocupar. Más que de la bondad, de eso que se suele denominar coloquialmente como “buenas personas”.
El concepto tiene varios perfiles desde el que asirlo. Yo lo voy a hacer desde su lado superlativo. Y para ello voy a tomar como ejemplo a ésas que con sus actuaciones, sus hechos y sus palabras se erigen en salvadoras de una sociedad que se derrumba a pasos agigantados. Son esas personas que son capaces de hacer mil kilómetros para salvar a una especie protegida, que se encadenan a un árbol, a diez grados bajo cero, para protestar por una condena injusta. Que casi dan la vida por erigirse en portavoces de un pueblo colonizado, que montan espectáculos dantescos para que no se maltrate a los animales, que son capaces de estar unos días en la cárcel en aras de su lucha contra la globalización-capitalización, que en los colegios son formidables defensores  de los que padecen algún tipo de minusvalía, de los que … en fin… siempre a favor de las causas desfavorecidas. Y yo lo veo muy bien. Lo aplaudo. Pero he de matizar. Me sorprende la virulencia con la que defienden esas causas. Incluso me aturde. No consigo unir en la misma idea lo de buena persona con virulencia y agresividad. Lo siento. También me sorprende la ligereza con la que supuestas causas más importantes pasan cerca de ellos sin ni siquiera tocarlos tangencialmente.  Aprecio algo de cinismo en los que defienden lo marginal, quizá imbuidos, aunque no de manera consciente, por la idea de que esto otorga una categoría moral superior.  Repito, no digo que las causas arriba referenciadas no sean loables. Sin duda, en su mayoría, lo son. Pero el fervor con el que son defendidas las convierte en sospechosas. Llegando incluso a revertir lo normal de lo real. Capaces de luchar por una vida animal y no importarnos la humana.  Bien la bondad. Siempre. Ahora, la superlativa y en causas marginales… qué quieren que les diga, me resulta sospechosa.

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