domingo, 2 de enero de 2011

Viena 1900

El Danubio azul acompasa mi despertar. El vals del emperador ya me tiene despierto. Y la marcha Radetzky  me insufla los bríos adecuados para comenzar este ilusionante año…amén de que como se conmemora el bicentenario del nacimiento de Franz Liszt, he podido escuchar el diabólico vals de Mefisto. Sí, acabo de ver el concierto de año nuevo que la Filarmónica de Viena, desde la ilustre ciudad, ha ofrecido. Los Strauss (Richard, Josef, Johann, padre e hijo, Eduard) son los perfectos anfitriones de este nuevo y prometedor día. Ellos son testigos en clave de fa, de sol, o de do, de lo que se conoció como “Viena fin de siglo”. Una época que, como muy pocas, honra al ser humano. La creación tiene en ese lugar y tiempo a su mejor musa.
Los Zweig, Schitznler, Kraus, Wittgenstein, Hofmannstal, Freud, Klimt, Kokoscha, Schiele, los Strauss, Mahler, March, Weininger, Schiller, O.Wagner, y tantos otros, hacen de esta Viena finisecular la época y el lugar donde me hubiera gustado vivir.
Una cosa tan “normal” y “necesaria” como tomar un café como forma de socialización, está haciendo que añore épocas de la historia donde el interés por aprender, esa tendencia que decía Aristóteles que era intrínseca al ser humano, era extraordinario. ¡Cómo me hubiera gustado compartir un café con alguno de los ilustres vieneses! Poder hablar de algo que no sea la pura trivialidad. Y es que amigos, mis conversaciones, excepto en contadas y admiradas ocasiones, versan sobre alumnos, inanidades, naderías, puerilidades y…tonterías. Bueno… he de decir que siempre intento no verme involucrado en estas insustanciales conversaciones… pero algunos son más hábiles que yo y son capaces de llevarme a su inane verborrea sin haberme dado cuenta.
No quiero hacer una diatriba de la trivialidad. Creo que, por momentos, es buena y necesaria, como forma de relativizar y relajar. Pero por momentos. El término medio aristotélico. Cuando se convierte en el escenario principal en el que se va a desenvolver nuestro día…Peligro. ¡Huyamos! La sociedad de masas que anunciaba Ortega ha tomado el campamento de la vida cotidiana. Ya sólo nos queda alejarnos de ese nefando lugar. Y ahora he de dejarles… comienza Salsa rosa.

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo. Época culturalmente superior a la Grecia clásica. Magnífico homenaje que la cultura se dio a sí misma.

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