lunes, 14 de febrero de 2011

Elección vital

El otro día, un buen amigo me recomendaba que retomara la lectura de las obras de Ortega y Gasset (gracias, Juan Antonio). Sin duda, mi amigo apostó sobre seguro. De hecho, acabo de encargar el tomo IV en una librería que se parece a una librería. Permítanme esa, en apariencia ridícula, tautología. Pero  es que hacía ya mucho tiempo que no entraba en una de ellas,  para después salir con la sensación de que lo importante ahí son los libros, no el dinero que se reciba de ellos (gracias Rafa, por la recomendación).
A propósito de Ortega. Don José decía que hay determinadas personas que al entrar en contacto con nosotros, y sin saber muy bien cómo, son capaces de “quitarnos” vida. Salimos del encuentro con ellas con menos energía, más tristes y decaídos. No sabemos por qué, no ha ocurrido, en apariencia, nada para que así sea. Pero, sin embargo, ocurre. No han dicho nada que nos ofenda, no nos han menospreciado, no han sido desagradables, pero cuando se van han dejado en nosotros un poso de tristeza del que es difícil desprenderse. Bien ha sido su triste mirada, sus silencios a destiempo,  o gestos apenas perceptibles y de difícil descripción. La realidad es que nos alejamos más ligeros y livianos: nuestra energía e ilusión se ha quedado con ellos.
Por el contrario, está el otro tipo de personas. El que después de pasar unos segundos o minutos con ellas, salimos sonrientes, alegres y con más fuerza. Al igual que en el caso anterior, no ha pasado nada determinante para que así sea, pero ha ocurrido. Su compañía nos ha insuflado alegría y ánimo.
¿Por qué hago la reflexión anterior? Porque en un breve intervalo de tiempo he sufrido a los dos “tipos” de persona anterior. Ya lo que se debe hacer…lo dejo a la buena y sabia elección de vuesas mercedes.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario