sábado, 12 de febrero de 2011

Ora et labora II

¿Realmente es necesario trabajar para merecer el ocio o es una cuestión educacional? Decía Goethe que cuando un amanecer de trabajo salía a su encuentro, una bonita tarde le estaba esperando. Yo también lo pienso. Pero, ¿lo hago embebido porque realmente crea que es así, o por mis prejuicios educacionales? Ya son las tres de la mañana y la cuestión impide que mis ojos se cierren.

Continuará…

Con ese enigmático y esperanzador “continuará” finalicé mi última entrada en el blog.
La pregunta que quedó abierta no es nada baladí. Incluso creo que puedo afirmar que su respuesta merece un ensayo. Aún así, y a pesar de mis limitaciones intelectuales y de la brevedad que requiere un blog, voy a intentar cumplir con lo prometido. Ese “continuará” obliga.
Creo que todo lo que hacemos sigue una línea de actuación clara y evidente: siempre tomamos las decisiones buscando nuestro beneficio o interés personal, aquello que nos permita continuar con éxito en eso que llamamos vida. La felicidad y el placer son buscados por nosotros porque nos mantienen con más ilusión en la existencia. La ilusión y la alegría que se derivan de ellos nos va a transmitir la energía y la fuerza necesaria para seguir en la lucha darwiniana por la existencia.
Sentada la larga premisa anterior, retomo la pregunta con la que abría la entrada del blog: “¿es necesario trabajar intelectualmente para sentirse bien?”
Para mí sí. Mi educación, mis inquietudes y mis estudios, han hecho de mí una persona que se siente feliz cuando se instruye, cuando reflexiona, cuando lee. Esa felicidad recibida a través de los libros permite que yo me mantenga con más fuerza en la existencia, por lo que puedo afirmar que la lectura es casi tan importante como la realización de cualquier otra función vital. Sin la lectura o la reflexión, o el conocimiento, yo no sería feliz, y por lo tanto, la existencia sería menos agradable y más triste, lo que acortaría mis ganas de luchar por ella.
Ahora bien: ¿es educacional? Sí, sin duda. Cualquier otro que no haya tomado el camino que yo tomé en un momento determinado, no siente la necesidad de la lectura o del conocimiento. No le transmite ninguna satisfacción. Incluso puede ser algo desagradable, por lo que no le hará ningún bien en su estado de ánimo.
Sé que he tomado atajos argumentales en la reflexión anterior. Échenle la culpa a la poca extensión que se permite en un blog y a la estrechez mental del que escribe. Me gusta leer y me gusta pensar. Ahora, que lo haga bien…ya es otra cuestión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario