domingo, 21 de noviembre de 2010

CUÉNTAME

Acabo de leer una reseña sobre un libro de David Mikics en el que se analiza la figura de Jacques Derrida. El libro se titula Who was Jacques Derrida? An intellectual biography.
He de reconocer que es un autor del que no he leído nada, aunque conozco, gracias a fuentes secundarias, algo de su obra. También he de decir, ¡vanidad mía!, que lo he visto personalmente. Pero hoy no voy a hablar de Derrida.
Lo voy a hacer sobre la serie Cuéntame. Acaba de comenzar el segundo capítulo y he visto una escena que me confirma la línea que va a seguir la nueva temporada y que ya aprecié en el primer capítulo. La  que separa el mostrar del sugerir, la obviedad de la insinuación. 
Es una serie entrañable. Por lo menos para mí lo ha sido. Ha sabido reflejar una época, la de mi infancia, con mucha sutiliza y precisión. Mostraba los valores de una España que empezaba a recuperarse del lastre del franquismo con mucha delicadeza.
Las familias, que aún eran familias, luchaban por cumplir sus sueños. El trabajo, la educación, el respeto, eran valores sumos en una ciudadanía quizá no muy culta, pero sí  amable y generosa.  Éramos más humanos y en cada gesto se apreciaba.
Ver la serie me transportaba a esa época en la que yo era un proyecto y mis padres una realidad. Mis padres han seguido siendo esa realidad firme que nunca ha fallado. Su encantadora solidez ha sido mi mejor punto de apoyo. En cuanto al proyecto que yo era, dejamos su comentario para otra ocasión. Volvamos a la serie.
La estética de los 70 en España es la de un pueblo bondadoso y generoso, que quiere despegar sin perder sus principios. Hay algo de bonito en lo hortera de la época. Hay respeto. Sí, creo que esa es la palabra que mejor define esa década.
El otro día, viendo el primer capítulo de la serie, están llegando los ochenta, me quedó la sensación de que Cuéntame había perdido su esencia. Ya no sé si por la llegada de una nueva década, los ochenta fueron muy diferentes a los setenta, o porque los guionistas habían vendido la verdad a cambio de cuota.
Este segundo capítulo me lo ha confirmado. He visto a mi querido Carlitos, y a sus intimidades, acostándose con Karina. Con recreación visual incluida. El mito de la serie se me ha venido abajo. Si Carlitos se ha convertido en Carlos es posible que la serie haya pasado de titularse Cuéntame a te cuento.
Los temas que separan a la España de los 70 de la de los 80. Principalmente el alcohol, el sexo y las drogas, son expuestos en la serie con una gratuidad de imágenes que aburre. ¿Es necesario utilizar la imagen de manera tan evidente para mostrar algo? ¿No es posible reflejar los temas anteriores con más finura? Y mi reflexión no viene a colación porque reivindique el conservadurismo de los 70. No. Lo que reivindico es al espectador inteligente. A ese que se le sugiere, pero no se le muestra. Es mucho más fuerte la imagen que insinúa que la que aparece en toda su verdad. Ahí ya no nos queda espacio para la imaginación, mientras que en la otra sí. 
Vivimos una época de excesiva mostración. Se vende lo exterior y se vende lo interior. Y me temo que la serie se ha impregnado de la chabacana esencia que impregna lo actual.  
Creo que los guionistas no han entendido que la realidad, sea cual sea ésta, se puede mostrar de muchas maneras. Me temo que han cometido la falacia naturalista. Esto es, pasar de un es a un debe. Han dicho: “los años ochenta son descarados y desinhibidos, luego la serie debe ser así”. Y la serie no es así. Los ochenta son de una manera, pero Cuéntame es de otra.   
Ni la música ya es de mi agrado. Ese afán que tiene la postmodernidad de cambiar por cambiar, sin siquiera plantearse si el cambio es para mejor, destroza todo lo que encuentra a su paso. Los chillones colores de la serie también merecen un comentario aparte. Y no muy agradable, por cierto.
Esa necesidad de adaptarse con una velocidad feroz a la ordinariez de la época actual ha emponzoñado la serie. Cuéntame era distinta porque trataba la realidad de manera diferente. Al igualarse con el resto de series ha perdido su esencia y a un telespectador.
No me escandalizo por la escena que antes les he comentado. Lo hago por la poca sutileza y el poco tacto de los guionistas. ¿Aún no saben que es mejor sugerir que mostrar? Cuéntame era una serie que sugería, pero apenas enseñaba. Ahora enseña y no sugiere. No me interesa.
Dejémoslo aquí... La hora que dedicaba a ver Cuéntame la dedicaré a crear nuevas entradas para el blog. Lo siento, amigos.

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