viernes, 19 de noviembre de 2010

TEMPUS FUGIT

Miro por la ventana y el día amenaza con marcharse callado y tranquilo. La noche espera su turno.
Acabo de leer una reseña sobre una película. Permítanme que no les dé el nombre del escritor que la ha realizado, ni de la película sobre la que se ha hecho. No es relevante.
Sobre la verdad o no de lo que el escritor dice no me puedo pronunciar. No he visto la película. Sobre lo que sí puedo hablar es sobre la forma de decirlo. Su lectura ha sido una delicia. Era rigurosa, elegante, graciosa y amena. Por momentos me ha recordado la gran prosa de mi admirado Ortega. Pero Ortega ahora no es relevante.
Posiblemente él pretendiera crear en mí una predisposición hacía la película, no voy a decir si buena o mala. Pero lo que ha conseguido es despertar mi admiración por su prosa. A partir de ahora leeré algún libro suyo. Prometo incluir una reseña suya si el libro no defrauda lo que la reseña promete. Aunque esto ahora no es relevante.
Es reconfortante en un mundo donde las conversaciones son tan vacuas y mediocres, encontrarse con vestigios de una cultura superior. A mí me reconcilia con el género humano. Aunque esto no es relevante.
El autor tiene una forma de escribir precisa y distinguida, lo que hace que cada párrafo que su prosa enseñorea sea de lectura agradable. Su estilo humilla la simpleza con la que un servidor se desenvuelve. Aunque esto no es relevante.
Lo que de verdad es relevante es que el día acaba con rapidez y llega la noche con celeridad. Y ésta es la metáfora más adecuada, la de cada día, para señalar la brevedad de la vida. Parece que he nacido esta mañana, y ahora que la tarde está desapareciendo, he mirado el carnet de identidad y me he dado cuenta de que tengo cuarenta años. Espero que la noche aún se dilate y pueda aguantar otros muchos más. Me gusta la vida. ¡Y esto sí es relevante!

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