martes, 9 de noviembre de 2010

LOS EXPRESIDENTES

Me he levantado no de muy buen ánimo. Un rosado acompañó la cena y la nebulosa de la mañana hace que mi humor no sea el mejor. Aún así, mereció la pena. Amplio en boca, con toques de frambuesa. No es la primera vez que me acerco a ese vino de la Mancha, ni será la última. Nunca defrauda.
Mi ánimo no mejora con las curiosas noticias con las que desayuno. Dos expresidentes de importantes países me hacen plantearme alguna que otra cuestión. No tengo la mente serena para ello, el vino sigue escanciando su ebriedad por la misma, aún así no me resisto a intentar hacer una lectura de lo que acabo de oír.
Resulta que uno que contribuyó, más bien decidió, uno de los mayores crímenes contra otro país que se han cometido en los últimos años, dice que no estaba de acuerdo. Y otro que siempre ha negado en su país que él fuera quien utilizó en un momento determinado el terrorismo de Estado, afirma que pudo matar a la cúpula de una organización terrorista y dudó.
No me sorprende que alguien se equivoqué y se arrepienta de ello. Es una actitud humana que honra. Lo que me sorprende y me asusta es la incompetencia, el cinismo y y la desfachatez de los que rigen los destinos de los pueblos.
La suerte para los pueblos es que las conciencias no se pueden comprar con palabras.
Uno no ha podido aguantar la presión de la propia conciencia, y el otro ha sido vendido por su inmenso ego. Uno y otro han terminado mostrando quiénes son realmente. Que el lector saque sus propias conclusiones.
Ya se me ha ido la embriaguez que me provocó el delicado vino. Ahora sólo me queda una vaga sensación de cansancio y hastío, y una pregunta que hacer: ¿cómo evitar que este tipo de personas dirijan los destinos de un país?

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